Ingredientes:
- 2 berenjenas
- 1 tacita de aceite de oliva
- 2 cebollas
- 100 gramos de queso semicurado de oveja
- 2 huevos
- 50 gramos de mantequilla
- 1 taza de pan rallado
- Miel de Romero ( si es posible)
- Orégano
- Pimienta
- Sal
Corta una cebolla en láminas finas y pela las berenjenas, cortándolas en dados uniformes. Coloca una sartén grande a fuego medio y agrega un poco de aceite. Una vez que el aceite esté caliente, añade la cebolla y comienza a sofreírlas hasta que estén tiernas y ligeramente caramelizada.
Incorpora los dados de berenjena a la sartén. Revuelve constantemente para asegurarte de que se cocinen de manera uniforme y absorban los sabores de la cebolla y el aceite. Cocina a fuego lento, permitiendo que las berenjenas se ablanden y adquieran un delicioso sabor ahumado. Una vez que las berenjenas estén tiernas y ligeramente doradas, retira la sartén del fuego y deja que repose.
En un bol grande, bate los huevos hasta que estén bien mezclados y luego agrega la mitad del pan rallado. Añade también el orégano, un toque de pimienta y una pizca de sal. Combina todos estos ingredientes hasta obtener una mezcla homogénea. Incorpora el sofrito de cebolla y berenjena y revuelve con cuidado para asegurarte de que todos los ingredientes se integren de manera uniforme.
Prepara una cazuela que pueda ir al horno y úntala con mantequilla, asegurándote de cubrir bien el fondo y los lados. Luego, vierte la mezcla preparada en la cazuela, nivelándola con una cuchara para que quede uniforme en toda su extensión. Cubre con el resto de pan rallado y coloca las láminas de queso de oveja cubriendo toda la superficie.
Rocía ligeramente de miel la superficie del queso. Este toque dulce añadirá un contraste delicioso a los sabores salados y ahumados de los ingredientes principales.
Precalienta tu horno a aproximadamente 170 grados. Coloca la cazuela con la mezcla en el horno precalentado y deja cocinar durante unos 20 minutos. Una vez que hayas notado que el queso se ha fundido y la cazuela tiene una apariencia dorada retírala del horno.
Sirve caliente, directamente desde la cazuela a la mesa.